martes, 5 de junio de 2012

Puercos pero no trompudos. Acabando la Reina del sur. Reverte ya era uno de mis autores favoritos, ahora vuelve a mis manos para conformarse como tal, su prosa que conjuga los diálogos con la narración omnisciente, me remiten a Saramago, me provocan una sensación de que hay que estar siempre alerta, tal como debe estar siempre su culichi protagonista. Había visto una parte de la telenovela basada en esta historia, me intrigaba como una novela de tanto éxito editorial se llevaba a la pantalla chica. Pues poniéndole muchos elementos melodramáticos, así como un inverosímil e hipercursi final, obviamente. Inocente de mí. Volviéndo al papel, evidente el oficio de periodista del autor, nos presenta situaciones bastante creibles y lógicas, cita fuentes, hechos y personajes (hasta Gutierrez Rebollo sale ahí!!) que sólo consiguen que sigamos página tras página... Llama mi atención el dominio que tiene el autor sobre ciertos rasgos del lenguaje mexicano. Es claro que el editor desatendió algunos detalles, refranes mal dichos sobre todo (regar el mole en lugar de regar el tepache ó tantear el agua a los camotes en lugar de tantear el agua a los tamales) pero al final son pecata minuta al descubrir un lenguaje apresurado, urgente, a veces casi en clave, similar al que deben tener los capos y sus matones cuando se comunican en situaciones extremas, hay cosas que hay que adivinar, que descubrimos al ir armando el rompecabezas, simplemente delicioso. A nuestra protagonista le gusta leer, sabemos que libros lee, cuales le gustan y por qué. Una identificación más, un coqueteo con el lector. Un Conde de Montecristo que al no tener nada que perder, corre, corre sin detenerse, mientras en su camino consigue poder, tiene pérdidas, pero ya le ha ido tan mal, que parece que ya no siente dolor. Aquí no hay redención, ni lugar para el bien o el mal. No tiene nada que perder, subestimada por todos, tal vez eso eso lo que la mantiene viva.